miércoles, 26 de diciembre de 2007

TUMÁN (PARTE VI)

Para fines del año 2007 Tumán no tiene ningún viso de modernidad y urbanismo. A cuatro años de haber dejado de laboral en el colegio Túpac Amaru, veo que la situación no ha mostrado variaciones trascendentales. No ha cambiado nada. Mientras escribo este ensayo sé que aún se ensucian los zapatos al caminar por sus terrosas avenidas, no hay todavía un buen restaurante ni un verdadero atractivo turístico por conocerla. Tumán, por su historial económico, debería ser uno de los distritos más prósperos y modernos del norte peruano, pero lastimosamente es todo lo contrario.

Cuando trabajaba allí y llegaba a Tumán en la combi desde Chiclayo, en ocasiones, la imaginaba en esos tiempos del hacendado, con su misma tranquera de ingreso por donde seguro pasarían caballos. Podía alucinar, sin esfuerzo, estar en la época de Cooperativa, con sus casitas humildes, apenas arregladas, improvisadas tienditas y negocios, gente sentada en las bancas de la Alameda chismeando su día a día, jóvenes en las esquinas, y ese sol abrasador que recuerda que los sistemas de agua y desagüe aún son arcaicos. La energía eléctrica es estable desde hace cuatro años aproximadamente en que el ingenio, débil y decrépito ya no podía suministrar más luz a su localidad, emprendiéndose entonces a obtener el servicio eléctrico regular de Chiclayo. Más allá del olor a caña quemada y el vistoso colegio, cuya estructura es un monumento a lo que fue y no es, es lo único que se observa entrando a su ciudad. La gloria está en el cielo, no en el pasado de la gente. El futuro tumaneño sigue siendo incierto. En complicidad con los gobiernos de turno, sus líderes y socios se enfrentan como leones hambrientos por su remanente productivo, mientras que su gente sigue impaciente de la forma en que terminará aquella inmensa máquina que deja ver el humo cada vez que se le observa.

Se teme el alto índice de enfermedades de transmisión sexual y el VIH por su marcada y peligrosa promiscuidad sexual. Su nuevo directorio es avalado por muchos y criticado por otros. Sigue siendo lotería la compra de acciones, pero la deuda es casi impagable, y la Ley de Protección Patrimonial 28027, que funciona desde hace años, impide que los acreedores (como bancos, Sunat, entre otros) efectúen una cobranza coactiva que les quitaría su patrimonio, lo que traería consigo un caos social. Las más de siete mil hectáreas de cultivo no completan las esperanzas de salir de la deuda y empujar su anacrónico y obsoleto ingenio, que cada vez es reparado como un reloj viejo, aquel que sólo marca en cuenta regresiva el final de su accionar.

A pesar de ser aún prometedor y atractivo un reflote de la empresa a través de un socio estratégico que traiga nuevos capitales para levantar el barco azucarero y remolcarlo a una estabilidad económica y financiera, sus socios y directorio no lo permitirían pues eso obligaría a ceder el timón, y éste sigue siendo peleado por los grupos de poder tumaneños. Jamás un directorio de Tumán dejaría en manos de otros la administración, no por el celo natural de su patrimonio, sino porque sería dejar la oportunidad de exprimir al máximo de lo poco que va quedando. Eso ha sido patente en varias ocasiones en que se ha ofertado un capital para dar estabilidad y modernidad a la fábrica.

Es verdad que Tumán estaba mejor en la época de hacienda? Se podría decir que lo tenían todo: trabajo, casa, comida, salud, Lo que muchos gobiernos de los países subdesarrollados ofrecen sin poder alcanzar? Es cierto que la democracia y la libertad no son suficientes argumentos para prescindir de lo anterior? La gente de Tumán eligió su destino. Vivió ambas situaciones. No fue el factor económico que lo atrajo abajo. Es esa suerte de oscurantismo, falta de cultura, de ignorancia, la heredad de antaño, la educación añeja, la visión cegada y amorfa, y una serie de otros factores que lo llevaron a la situación que actualmente vive.

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